El Sarovar es el centro y el corazón de Kirpal Sagar. El nombre se refiere a la cuenca de agua, un estanque artificial de forma ovalada en medio del cual se encuentra el edificio con los cuatro símbolos. Sin embargo, se refiere también a todo el complejo que está rodeado por cuatro edificios angulares que contienen las sagradas escrituras que corresponden a los símbolos: el Gurú Granth Sahib de los sikhs, el Ramayana de los hindúes, la Biblia y el Corán. Durante ciertas ocasiones, se recitan estas escrituras y se puede también celebrar servicios de adoracion. Todas las religiones son respetadas en Kirpal Sagar, pero no se enseña ninguna religión en particular.
Alrededor del Sarovar, hay un camino de mármol, llamado «Parkarma», que conduce a lo largo de los edificios angulares. Estos están abiertos a todos los visitantes que pueden asi descubrir los puntos en común entre todas las diferentes tradiciones religiosas.
Por todas partes se puede encontrar velas, pequeñas lámparas o lámparas de aceite, que apuntan a la luz interior. En el área hindú se toca una campanilla al entrar. En el cristianismo se conoce más bien las campanas de la torre de la iglesia, además las campanillas utilizadas por los monaguillos durante los servicios de adoración. Todos estos sonidos son referencias al sonido interior.
En general, el simbolismo de este lugar es una reminiscencia del propósito de la vida. Sarovar significa «océano», y así el Sarovar representa el océano de vida que el hombre tiene que cruzar para llegar a su hogar eterno. El edificio en el centro tiene la forma de un barco y es un símbolo de Naam o la Palabra, o sea el Poder de Dios, a través del cual el alma cruza el mar con seguridad. Se puede llegar al edificio solo a través del puente y señala una indicación del camino interior, que es el mismo para todos.
El Sarovar es un lugar de contemplación y meditación. Cada primera piedra fue colocada con una oración. La construcción se llevó a cabo con total devoción, todo trabajo comenzó con una meditación y se tuvo mucho cuidado para preservar esa atmósfera. De esta manera, uno ya está rodeado de paz y tranquilidad tan pronto como se entra al lugar. Hay algo muy especial en caminar a lo largo del Parkama, con la vista de la superficie del agua, a veces suave, a veces ondulada por el viento, en la que se reflejan los símbolos.
Junto al gran Sarovar hay una cuenca de agua rectangular más pequeña, donde a los creyentes se les permite de tomar un baño de acuerdo con su religión, como es habitual en muchos lugares sagrados.